Emociones y desapego

Las emociones son parte de nuestra vida, algunos hasta podrían decir que son el eje central. Al mismo tiempo que pueden ser uno de los aspectos más placenteros – la felicidad, el enamoramiento, el orgullo– también pueden ser muy dolorosos –el miedo, el dolor, la tristeza. 

Cuando podemos reconocer que las emociones y los sentimientos son parte de nuestra vida pero que no la controlan, es decir, que tú puedes decidir en lugar de que se decida por ti, el malestar psicológico disminuye considerablemente. 

El desapego en yoga se refiere a la capacidad de soltar, de poder dejarse fluir y no anclarse con algo en específico. La práctica del desapego ayuda a reconocer que la vida y el crecimiento es un proceso, en el cual aferrarnos a puntos específicos solo hace que el viaje sea más complicado. 

Hoy les escribo con algunas ideas que pueden ayudar a tomar cierta distancia de las emociones cuando son muy intensas, sin quitarles valor pero al mismo tiempo fortaleciendo la capacidad de desapego.

1.Ver las emociones como nubes

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Una metáfora que ayuda a identificar los cambios y cualidades de las emociones es pensarlas como nubes. Cuando volteamos a ver al cielo, no siempre están las mismas nubes. No siempre tienen el mismo color, tamaño o velocidad. Algunos días están blancas, suaves y ligeras. Otros días son grises, planas y pesadas. Sin embargo, no pensamos que el día que son grises entonces las nubes, por sí mismas, están “mal”; tampoco pensamos que el cielo siempre debe de ser azul y despejado. Las emociones son similares. A veces se sienten intensas y otros días se sienten sutiles; a veces se nos pasan rápido y a veces pasan lento. 

Intenta observar tus emociones como observas las nubes: sin quererlas apurar ni retener, solo observar su paso. Reconocer que las emociones son transitorias, como las nubes, puede ayudar a tomarlas un poco menos “en serio” y podernos desapegar, tomar una distancia que permita reconocerlas por lo que son y no por lo que queremos (o no) que sean. Esto, por supuesto, también significa poder reconocerse ya que las emociones son parte de cada quien. 

2. Observar sin juicio ni decisión

Muchas veces sentimos algo e inmediatamente es seguido por un “debería” o “no debería”, lo cual implica un juicio hacia aquello que se sintió. Se le otorga un “bien” o “mal” cuando en realidad las emociones por sí solas no son buenas ni malas. Son parte de nuestra vida, existen y es la sociedad que le impone un adjetivo calificativo, que la acepta o la rechaza. 

Sentir miedo, estar tristes o estar enojadas. Las emociones no son ninguna otra cosa excepto emociones. Entonces es importante poder reconocer qué se está sintiendo para entonces poder reconocerse. 

La culpa, vergüenza o presión por sentir (o no) algo se puede volver muy intensa y hasta sesgar el camino que toma una persona, evitar aquello que podría generar plenitud. Entonces este consejo es: observa tus emociones sin juzgarlas ni decidir cómo deberían de ser. Sólo observa.  


3. Reconocer señales y escuchar mensajes

Una vez que se reconoce que las emociones no son buenas o malas se puede reconocer lo que sí son: señales. Son la forma que tiene nuestro cuerpo, cerebro y psique para señalar algo, dar un mensaje. Sentir miedo es una señal de una amenaza que requiere atención. Sentir ternura es un mensaje de cariño y acercamiento. El poder observar las emociones sin juicio abre el camino para poder escuchar lo que la emoción realmente quiere comunicar (sin la intervención externa). 

En este sentido es importante poder tomarse el tiempo para escuchar internamente, hacer introspección para poder entender qué es lo que nos decimos a nosotros mismos y entonces poder abordar lo que necesitamos. 

Me gusta el ejemplo del hambre: Si tienes hambre y tomas agua, estás haciendo algo que puede aplacar la incomodidad, pero no estás recibiendo lo que realmente necesitas: nutrición. Hay que poder escucharnos para reconocer cuándo es hambre y cuándo es sed, de la misma forma que hay que escucharnos para reconocer, por ejemplo, cuándo es enojo y cuándo es tristeza.


Por último, quiero recalcar la importancia del desapego de las emociones. Al final del día, las emociones son temporales. Cambian constantemente, somos seres orgánicos y fluidos que son capaces de experimentar mucha complejidad. Entonces el desapego es algo que permite crear espacio para esos cambios y seguir creciendo. Las emociones pueden ser engañosas y hacernos sentir/creer que son lo único en dado momento. Sin embargo, ningún momento es eterno y el desapego nos permite contactar con esa realidad para poder fluir. 

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Por último, quiero recalcar la importancia del desapego de las emociones. Al final del día, las emociones son temporales. Cambian constantemente, somos seres orgánicos y fluidos que son capaces de experimentar mucha complejidad. Entonces el desapego es algo que permite crear espacio para esos cambios y seguir creciendo. Las emociones pueden ser engañosas y hacernos sentir/creer que son lo único en dado momento. Sin embargo, ningún momento es eterno y el desapego nos permite contactar con esa realidad para poder fluir. 

María Zurutuza

Psicoanalista
55 3730 5086
mer.zurutuza@gmail.com

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