Creciendo desde lo incómodo
He practicado yoga durante 10 años. En todo ese tiempo, he experimentado distintas posturas, maestras y maestros, clases y secuencias. Hay una postura que se mantiene como un constante reto para mí: Hanumanasana, el split. Siendo honesta, a la fecha me sigue incomodando, física y emocionalmente, cada vez que la practico. El nombre de la postura se inspira en la mitología hindú cuando Hanuman, el dios Mono, cruza el mar con un enorme paso para ayudar a Rama a rescatar a su esposa, Sita. Yo pienso en esto cada vez que la practico porque les juro que sí siento como si tuviera que hacer algo imposible, como cruzar el mar con un paso. También ha sido la postura de la que más he aprendido.
La tensión, al final del día, es lo que nos mantiene vivos: la tensión del hambre nos hace buscar nutrimento y la tensión de lo incómodo nos lleva a buscar adaptación.
La incomodidad puede ser una gran maestra. ¿Qué nos dice la mente? ¿Qué nos dicen las emociones? ¿Qué nos decimos a nosotros mismos? Identificar los diferentes grados de incomodidad y sus efectos en nosotros en ese momento son constantes oportunidades de expansión.
Pensando más allá de la práctica de asanas, observar la reacción a la incomodidad nos puede ayudar a mejorar la relación que tenemos con el mundo a nuestro alrededor. Cuando estás incómoda/o, ¿sueles enojarte con otros o contigo? ¿Hablas de lo que pasa o guardas silencio? ¿Crees que viene de dentro o de fuera? No hay buenas o malas respuestas, pero como con mucho en la práctica de yoga, desarrollar la conciencia de sí misma/o puede ser liberador. Poder reconocer la diferencia entre “me está incomodando” y “me está lastimando” o entre “siento que soy yo” y “siento que son ellos”, es información valiosa para poder escoger, pedir y recibir lo que realmente necesitas.
Yo me di cuenta que cada vez que entraba a Hanumanasana, me enojaba conmigo misma y me empezaba a reclamar por qué no podía hacerlo “bien”, entonces prefería hacer una variación, algo que no fuera incómodo. Fue hasta que empecé a observar mi incomodidad que lo pude poner en palabras, ser más amable conmigo misma y aceptar que mi práctica es mía, no tiene que ser de ninguna otra forma.
Les invito a buscar lo cómodo en la incomodidad, ¿cuáles son los matices que encuentran en ella y qué les puede enseñar?